Fuente:
Lavaca
27 de diciembre de 2011
27 de diciembre de 2011
“No
sé si los pondrán presos. Pero sí sé que
esto sienta un precedente para el resto de las localidades y para
toda la gente que está luchando por esto, contra las
fumigaciones, los agrotóxicos y contra este modelo sojero”
dice a lavaca
María Godoy, una de las Madres de Ituzaingó. Dos
productores sojeros y un piloto serán juzgados a partir del 27
de febrero por fumigar con agroquímicos como endosulfán
y glifosato junto al barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba.
En ese lugar tristemente famoso, desde 2002 las Madres de Ituzaingó
-a quienes algunos, casualmente o no, llamaban “locas”-
descubrieron a simple vista la novedad que se había instalado
entre los vecinos: el cáncer. Muchas de ellas se presentarán
como testigos al juicio ya que fueron ellas las que desde ese 2002
relevaron casos de cáncer, malformaciones, diabetes,
hipotiroidismo y otras enfermedades. Descubrieron 200 casos entre 5
mil habitantes. Todo se confirmó por estudios del Ministerio
de Salud (entonces a cargo de Graciela Ocaña). Se calcula que
100 de los enfermos ya murieron. El 33% de las muertes en Ituzaingó
se debe a tumores.
Ahora,
por primera vez en la historia, dos productores sojeros y un piloto
serán juzgados por fumigar con agroquímicos,
principalmente endosulfan y glifosato, a una distancia menor a la
permitida por las leyes provinciales. Los acusados son los
productores agropecuarios Jorge Gabrielli y Francisco Parra, y el
piloto Edgardo Pancello, porhaber
violado la ley 9164 de agroquímicos, que prohíbe las
fumigaciones aéreas de endosulfán (a menos de 1.500
metros) o glifosato (500 metros).
Entre
otras 70 querellas que esperan resolución en la Corte, esta
causa impulsada por Merardo Ávila Vázquez -ex
subsecretario de la Secretaría de Salud de Córdoba- y
el doctor Darío Avila toma curso gracias al fiscal Carlos
Matheu quien apeló el pedido de sobreseimiento del juez de
control por “falta de pruebas”. La Cámara de Acusación
también consideró suficientes las muestras extraídas
por la justicia en campos aledaños a la población,
donde se encontraron los plaguicidas endosulfan y glifosato, y fechó
las audiencias entre el 27 de febrero y el 2 de marzo en 2012.
Soja,
pañuelos y barbijos
El
endosulfán es un pesticida utilizado para controlar plagas de
insectos en algodón, tabaco, sorgo y soja, y que la Agencia de
Protección de Medioamiente (EPA) califica en la Categoría
I: alta toxicidad aguda. Sus efectos cancerígenos no fueron
comprobados pero sí sus daños en la reproducción
y el desarrollo humano. Otra experiencia aporta la Red de Acción
sobre Plaguicidas (PAN), integrada por 600 organizaciones de 90
países, que afirma que “los efectos del endosulfán
incluyen deformidades congénitas, desórdenes
hormonales, parálisis cerebral, epilepsia, cáncer y
problemas de la piel, vista, oído y vías
respiratorias”.
El
glifosato es el veneno utilizado para los transgénicos,
principalmente la soja. Pero la historia del barrio Ituzaingó
Anexo comienza al revés. No fue la ciencia ni mucho menos la
justicia quien dio explicación sobre los pañuelos en la
cabeza de las mujeres, para cubrir los efectos de los tratamientos
contra el cáncer, y los barbijos en los niños. Para
Sofía Gatica, allá por 2001, algo estaba pasando.
En
el barrio viven cinco mil personas. Todos, cuentan las madres,
conocen algún amigo sino familiar con cáncer, tumores,
diabetes o malformaciones. “Para mí es el agua”, sugirió
por entonces una vecina a Sofía. Y entre las dos pronunciaron
la palabra mágica: “juntémonos”.
Apagá
la tele
Nacían,
sin saberlo, Las Madres de Ituzaingó. En esa reunión el
marido de la vecina ensayó un mapa marcando cada casa de los
enfermos (conocidos): eran 200.
Gatica
se presentó de inmediato a las autoridades del Ministerio de
Salud provincial con las pruebas caseramente recogidas: “Investiguen
por qué nos estamos muriendo”. No hubo respuestas. Entonces
juntó y juntó vecinas (hecho que el biólogo Raúl
Montenegro, quien respaldó desde el principio la lucha, resume
así: “Me enojé mucho porque a la reunión sólo
fueron mujeres, los hombres estaban mirando un partido de fútbol”),
e insistieron no ya en los ministerios sino en la prensa provincial.
Recién cuando salieron ante las cámaras de televisión
el ministro de Salud de entonces, Roberto Chuit, les concedió
una entrevista: admitió que el agua contenía endosulfán
y se dispuso a financiar los estudios solicitados. El biólogo
Montenegro resume algunos de los resultados: “Había un
transformador que tenía perdidas de aceite, había
líneas de media tensión superpuestas con líneas
de baja, contaminación del suelo con cromo, plomo y arsénico
que es cancerígeno. Esta composición del suelo se debe
a un proceso geológico. También había 200
tanques de agua sin tapa y todo lo que venía del campo o del
propio movimiento del suelo del barrio se depositaba en el agua”.
La cantidad máxima de arsénico que se encontró
en el sedimento del agua de Ituzaingo fue de 44 partes por millón.
En Argentina se permite 0.05 partes por millón, aunque la
Organización Mundial de Salud recomienda solo el 00.1. Además,
agrega Montenegro, “todo el barrio estaba afectado por las
fumigaciones con máquinas mosquito y por avionetas”. La
persistencia de las Madres obligó también a que en
marzo de 2006 el gobierno provincial realizara un análisis
para determinar el grado de toxicidad en sangre de 30 niños:
“La totalidad de las muestras tienen pesticidas, y de los 30, hay
23 con niveles más altos de lo permitido”, contaba entonces
Sofía.
Arsénico
en tu tanque
Hasta
la Organización Panamericana de la Salud llegó al
barrio en agosto de 2007 convocada por la municipalidad y, tras
relevamientos, entrevistas y confirmando las denuncias, concluyó:
“El barrio Ituzaingó Anexo puede considerarse como un sitio
contaminado. Los contaminantes de mayor importancia son los
plaguicidas y el arsénico, fundamentalmente en suelo. La
presencia de plaguicidas en tanques de agua posiblemente refleje la
intervención de la vía suelo-aire.” Entre las
imprescindibles acciones recomienda “incrementar el control sobre
fumigaciones clandestinas a distancias menores a las permitidas por
ley”.
Más
casos en un barrio sitiado
Fue
así, gracias al casero e insistente trabajo de las Madres y el
aval científico, que en febrero de 2008 tuvo lugar la primera
acción judicial en el barrio: El fiscal Matheu ordenó
estudios en los patios de las viviendas y confirmó la
presencia de endosulfán y glifosato, allanó galpones a
chacareros y encontró tambores con los agrotóxicos.
A
casi una década de las primeras denuncias, el 30 de diciembre
de ese año la justicia cordobesa prohibió por primera
vez las fumigaciones terrestres a menos de 500 metros de zonas
urbanas y las áreas a la distancia mínima de 1500. El
fallo, además, focalizaba en dos agroquímicos, el
endosulfán y el glifosato, este último pilar de la
industria sojera. Las Madres de Ituzaingó reconocen que el
fallo judicial llegó cuando todo estaba envenenado: “La
situación en el barrio sigue igual, siguen apareciendo casos
de cáncer nuevos, sigue falleciendo la gente... Incluso hace 4
meses le detectaron leucemia a un chiquito de 2 años...
Seguimos en la misma. Hemos recibido contaminación por años
y recién nos dimos cuenta con las enfermedades”, relata
ahora María.
Montenegro
analizó para lavaca los alcances de la medida: “Los
plaguicidas en nuestro país se controlan por la dosis letal o
sub letal, que es la cantidad que puede matar a una persona, pero no
protege a las personas de las bajas dosis, que rompen el sistema
hormonal”.
La
teoría lugareña de María: “Ellos nos van a
seguir fumigando más lejos, y van a seguir viniendo los
agroquímicos por la deriva por el viento en la zona, porque el
barrio es como
Hacer
justicia
La
decisión judicial provincial motivó a que en 2009 la
propia ministra de Salud Graciela Ocaña llegara Ituzaingó
por expreso pedido de la presidenta Cristina Fernández. El
resultado de la visita fue la creación del llamado Plan
Ituzaingó que impulsó la creación de una
comisión investigadora encargada de relevar y cotejar sobre
las enfermedades y su posible relación con los agrotóxicos.
“Nunca nos dieron los números finales, pero sí nos
dijeron que el 33% de los fallecidos en el barrio Ituzaingó
Anexo son por tumores. Y que la tasa es mayor que cualquiera a nivel
provincial y nacional”, cuenta María Godoy.
Todavía
también esperan los resultados de los análisis en
sangre en 140 niños de 4 a 14 años, realizados en 2010,
así como las muestras de suelo que allí tomaron “pero
todavía no han sido llevados a análisis”. Sigue
Godoy: “Y nos siguen jugando así, al desgaste, pero mientras
avanzamos por otros lados”.
El
Plan Ituzaingó poco aportó para ratificar las pruebas y
avalar más de las 70 querellas que la Corte archiva al
respecto. Desde el año 2002, Las Madres y otros vecinos fueron
presentando casos de afecciones de distintos tipos; incluso muchos de
los enfermos han fallecido a la espera de justicia. María
avisa: “De acuerdo a lo que se resuelva en la Corte iremos a
afuera, a la Corte Interamericana”.
La
diferencia entre esas 70 y esta primera causa que llega a juicio oral
está, según María, en “las personas que están
a cargo”, llámese jueces y fiscales. En este caso, el fiscal
de Instrucción del Distrito III, Carlos Matheu, es el mismo
que en 2008 determinó la figura penal de “contaminación
dolosa del medio ambiente de manera peligrosa para la salud” por
fumigaciones áreas en áreas urbanas, sentando el
precedente para la ley. Sin embargo, tuvo que sobreponerse al
sobreseimiento del juez de control Esteban Díaz a los dos
productores y el piloto por considerar “insuficientes” las
pruebas científicas que determinaban endosulfán y
glifosato en tierras urbanas. Matheu apeló y la Cámara
de Acusación falló a su favor. Aunque la primera
audiencia fue citada para el 27 de febrero, María se ríe
que “es feriado” y augura el comienzo para las primeras semanas
de marzo, a más tardar. Las muestras cotejadas y los
pesticidas en ella encontrados, que al juez le parecieron
insuficientes, son para María el motivo de la esperanza:
“Creemos que va a salir favorable. El hecho de haber tomado las
muestras en las plantas, en las hojas, en el campo y en las casas, y
que dieron que había edosulfan y glifosato, es contundente.
Aparte, hay muchos testigos y muestras humanas de lo que esto
produce. Vamos a seguir esta causa y todas las otras, y seguiremos
peleando también por la gran deuda pendiente: una ley
nacional”.