viernes, 4 de marzo de 2011

Algunas aclaraciones sobre la actividad de las asociaciones de inmigrantes



En un artículo aparecido en el diario “El Mundo” del día 23 de julio del 2010 (que lamentablemente llega tarde a nuestras manos), con el titular “El Govern ha repartido 13,5 millones en subvenciones en los últimos 3 meses”, se destaca entre los beneficiarios de estas ayudas a las Asociaciones de Inmigrantes, aunque sólo se le adjudican 430.000 €, es decir el 3,18% del total. En ese mismo artículo se afirma que “la Consellera de Servicios Sociales e Inmigración, Josefina Santiago, explicó ayer que para el año 2011 se suprimirán las subvenciones a actividades socioculturales de las asociaciones de inmigrantes” (¿?).
Por otro lado, se da la circunstancia de que para una asociación de inmigrantes es mucho más difícil, por no decir casi imposible, conseguir un permiso para llevar a cabo, en un espacio público, una actividad sociocultural abierta a toda la ciudadanía sin excepción. A pesar de todo lo que se diga, no hay má que ver lo que pasó con el Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, proyecto presentado por asociaciones argentinas, donde se intentó entorpecer, toda presentación de lugar y hora.

Da la impresión que las actividades socioculturales que organizan las asociaciones de inmigrantes son algo banal y superfluo, como una mera diversión que consume recursos de forma frívola, especialmente en tiempos de “crisis”. Pero el trabajo de las asociaciones de inmigrantes no se reduce a la actividad sociocultural., como así lo demuestran los cursos de formación, proyectos de acogida, etc., que éstas presentan.
Por otro lado, bajo el rubro de actos socioculturales. Hay numerosas actividades. que nada tienen que ver con fiestas, de hecho la mayoría, aunque se pongan bajo ese rubro, ya que se sienten como tal.

Durante los últimos 15 años, las personas inmigradas llegadas hasta Baleares, han creado asociaciones para buscar soluciones a los problemas de los colectivos, como una forma de ejercer derechos ciudadanos y también de hacerse presente y de acercarse a la sociedad de acogida.
Incluso como una forma de existir, desde lo cultural, lo social e incluso mostrar el orgullo de su tierra y de pertenecer a ella.
Entre las aportaciones más importantes de las asociaciones de inmigrantes podemos mencionar como se indicó anteriormente, y que se desea detallar, la organización de la acogida de las personas que iban llegando, facilitando los trámites administrativos, permisos de residencia y trabajo, orientación para la búsqueda de vivienda y ayuda para superar las barreras de lengua y de la comprensión de su nueva realidad, que en ningún caso es fácil.

Una parte importante de esta tarea se ha hecho con recursos propios, a pulmón, sacando de donde no hay, por solidaridad, aportados por las mismas personas inmigradas y también con voluntariado. Así, la ayuda mutua entre inmigrantes, ha evitado que muchas personas se encontraran en la calle, sin vivienda, sin recursos y, en muchos casos, desorientadas. Con sus defectos y con sus aciertos, la organización de la solidaridad ha cumplido una misión social que ha cubierto servicios que las instituciones locales, sorprendidas por la llegada de inmigrantes, no tenían previstos para responder al reto de la inmigración. Por más que se inventen instituciones o incluso consejerías, generalmente con trasfondos mas políticos que sociales.

Otra tarea significativa ha sido la de buscar recursos y poner en marcha cursos de formación, en lenguas, en oficios, en informática, en conocimiento del nuevo entorno, específicos para mujeres, etc. De esta manera las asociaciones de inmigrantes se suman a la red de educación de personas adultas y se unen a las iniciativas de asociaciones locales en este campo. Con frecuencia, en las aulas organizadas por cualquier asociación se encuentran personas de diversas nacionalidades y también personas de nacionalidad española, ayudando así a conocerse mejor, crear confianza por encima de las diferencias y ampliando la integración de una manera efectiva.
Los colectivos de personas inmigradas también han constituido asociaciones de carácter cultural, que tienen como objetivo principal, aportar la riqueza propia de sus países de origen a la sociedad de acogida. Estos grupos han dado un impulso importante a la organización de actividades socioculturales organizadas por las mismas asociaciones de inmigrantes, pero también están participando en las fiestas de barriada y en las organizadas por las asociaciones locales, cuando se les invita a ello. Como una forma de evitar, conociéndonos, la frase “vuélvete a tu país”, que más de una vez ha sido escuchada.

Hay personas que ven la llegada de inmigrantes como una amenaza para la identidad cultural de la sociedad de acogida, pero aunque la cultura es por definición cambio y adaptación a las circunstancias, no son las asociaciones de inmigrantes las que están cambiando la cultura tradicional de Baleares. Lo que desde la perspectiva cultural nos cambia y nos empobrece a todos, inmigrantes de países lejanos, peninsulares o mallorquines, son las imposiciones de las grandes industrias de la cultura que extienden un modelo de vida americanizado, pero que, curiosamente, nadie cuestiona. En última instancia se cambia lo que no sirve.



Además, las fiestas populares son mucho más que diversión, sobre todo cuando se vive lejos de las raíces y especialmente en tiempos de crisis. Como éste tipo de actividades que organizan las asociaciones de vecinos y otras asociaciones locales, las organizadas por las asociaciones de inmigrantes, mueven importantes recursos de voluntariado, son una oportunidad para aprender a organizarnos y a trabajar en equipo, ayudan a reforzar la solidaridad y a conseguir recursos para las asociaciones y para cubrir necesidades básicas de personas en situación de necesidad.
Son espacios en los que las personas pueden comentar sus problemas e intercambiar opiniones y ayudas, en los que los responsables de las asociaciones pueden aportar información a sus colectivos y sensibilizar sobre temas de convivencia. La gran parte de las veces solo por solidaridad, palabra que Europa parece tener olvidada, a tenor de lo que se ve y escucha por los medios y se observa caminando simplemente por sus calles.

La actividad festiva, canalizada a través de las asociaciones, es también una forma de aliviar soledades y tensiones que se viven cuando se está lejos de las raíces, con frecuencia en situación de precariedad. En la medida en que esa necesidad se cubre en espacios organizados, se evitan los encuentros masivos espontáneos, incluso en domicilios particulares, en los que nadie se hace responsable de las molestias que se puede llegar a causar a terceros. También el pueblo de las Islas Baleares, cuando ha emigrado a tierras lejanas, ha encontrado el modo de canalizar y organizar esa necesidad a través de las casas regionales y otras formas de encuentro, a las que las instituciones de las Islas dan apoyo, de todo tipo.



Incluso esas asociaciones, hoy día se dedican a repartir alimentos para paliar la crisis y no exclusivamente entre sus connacionales, sino y, en altos porcentajes (en casos mas del 50%), sino entre los naturales del país, que también, aunque en menor grado, sufren una crisis que solo no afecta, aparentemente a los bancos.

La celebración del día de la independencia tiene para nosotros un significado especial. Por desgracia, la dominación colonial de los pueblos ha sido una realidad, por desgracia el derecho a la soberanía a menudo fue una conquista dolorosa. Estas celebraciones nos recuerdan el derecho de ciudadanía y nos dan la posibilidad de seguir reivindicando una verdadera independencia e igualdad en las relaciones entre naciones, utopía mundial, mal disimulada y una mayor solidaridad en la lucha contra la pobreza. También pueden ser una forma viva y directa de dar a conocer la historia y la realidad de nuestros países de origen a la sociedad que hoy nos acoge y, especialmente, a las nuevas generaciones y de reforzar el valor de la participación popular, tomando conciencia de una realidad descorazonadora por injusta.

Con estas actividades, además de ofrecer de manera positiva nuestra creatividad y nuestra contribución a la diversidad, nos sumamos a la tarea de dinamizar la vida ciudadana y de ganar espacios públicos para la convivencia.
Además, la fiesta ayuda al encuentro entre la población inmigrada y la sociedad de acogida es un marco amable, distendido y lúdico que facilita la comunicación y el entendimiento, demostrando, en suma que somos iguales.
¿Como se ha ido conociendo sino, la cultura, la belleza, la gente de otros países, ¿por las agencias de viajes?, o por la promoción que aquellos, que huyendo de una España que los agobiaba, en su momento, con una situación social y política opresiva, recalaron casualmente en estos países, que hoy, tanto nos molestan, aprendiendo el verdadero sentido de la palabra compartir. Que fueron recibidos con los brazos abiertos, pues llegaban a trabajar, igual que nosotros.
Si no fuera así, nos quedaríamos en nuestra tierra, rodeados de los nuestros, no andando tantos kilómetros, para conseguir un trozo de pan.

Desde el tejido asociativo inmigrante, tan plural, somos conscientes de que hay muchas cosas que deben mejorar. Sabemos que, como en cualquier obra humana, ha habido conductas y hechos negativos, pero del mismo modo que en la sociedad balear se distingue entre unos y otros, pedimos que se eviten las generalizaciones cuando se trata de asociaciones y colectivos inmigrados. En momentos de crisis es, cuando más falta hace tener una red asociativa fuerte y bien organizada, para poder hacer frente al empobrecimiento general de la base social, que afecta de modo muy especial al colectivo de personas inmigradas., que en general proporciona la sociedad propia y en definitiva la familia.

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