miércoles, 23 de abril de 2008

El control y cuidado de la hipertensión reduce sus efectos nocivos


La obesidad y el sedentarismo elevan niveles de riesgo de accidentes cardiovasculares, principal causa de muertes en el mundo.


Buena parte de los males cardiovasculares podrían evitarse si se controlan eficientemente los factores de riesgo vía el suministro de medicamentos adecuados y con un cambio en el estilo de vida. Destaca la hipertensión que eleva los riesgos de deterioro de la salud por sus efectos directos sobre las arterias y también el corazón.
La hipertensión arterial es el aumento de forma crónica de la presión arterial. Se trata de una enfermedad que no da síntomas y se puede convertir en una complicación severa como un infarto de miocardio, una hemorragia o trombosis cerebral.
Las primeras consecuencias de la hipertensión, las sufren las arterias que se endurecen a medida que soportan la presión alta de forma continua, haciéndose más gruesas y dificultando el paso de la sangre. A esto se le conoce con el nombre de arteriosclerosis.
Según la información que difunde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la obesidad, el sobrepeso, el tabaquismo, la inactividad y el sedentarismo, elevan los niveles de colesterol total, la presión arterial y disminuyen la eficiencia en el trabajo del corazón.
El colesterol es esencial para la vida de las células y es producido por el propio organismo como mecanismo para almacenar grasas en la sangre, pero su exceso es nocivo.
Aunque algunos de los factores de riesgo son hereditarios y el entorno también puede influir en el padecimiento, es posible una modificación que evite los accidentes vasculares, principal causa de muerte en el mundo, mediante un programa de vida saludable y el suministro de medicamentos que mejoren el funcionamiento cardiovascular.
Al mejorar el control y manejo de la hipertensión se reducen sustancialmente las tasas de mortalidad cardiovascular. Los valores límite hoy aceptados como normales son 140 mm de Hg para la presión arterial sistólica y 90 mm de Hg para la diastólica.
Hay que tomar productos que reducen la presión arterial gracias a los ácidos grasos poliinsaturados. Dichos ácidos se hallan se pescados como salmón, arenque, trucha, sardina y atún. Además de las vitaminas C y E, que se relacionan con la presión sistólica y diastólica.

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